Acelerando

Se enfrentó sobre densidad de las piedras y hundió su pie en el amor, el motor que rugía desde las entrañas dejo entrever un paraíso de ideas flotantes, mas cuando voló divisó con su ojo rapaz, la presa cotidiana e inocente estrafalaria. ¿cuánto podría soportar el desierto sin sed? Algo debería provocarlo a rolar. Un rugido renació de su vientre y regresó, regresó para buscarla. No la encontró y dibujó sus huellas; se perdían en un charco marrón, es por eso que viajó con el viento a donde el sol nacía y allí aprendió que en ese mismo lugar, también moría. Voló, se elevó a las alturas de los cielos, donde los colores se mezclan para siempre, posó su oreja para sentir los murmullos del más allá y un caos taxativo se entrecruzó en un guiño metálico del crepúsculo. Sonrió al verla acostada sobre otra alma en celo y respondió con un soplido cromado dejando atrás mil razones en el tiempo. Ya no volvería a ser el mismo, el bache de una nube rebelde les permitía verlo espiando su corazón, encontrando razones para no comprender esta nueva razón, y ahora, solitario, marcha soliloqueando en el vértice quebrado del firmamento.

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El cojo del bosque sacrílego

Soy el idóneo, el ídolo retrasado
y bajo un pie casi reivindico mis derechos,
los de mi bestia que me debe todo,
incluso el corazón, los de mi nariz
demasiado corta para ser una pierna...

este mundo es ágil!

También cojeo a falta de otras cosas,
aunque podría hacerlo mucho mejor